jueves, 7 de marzo de 2013


Carta de un feto

¡Hola! 
No me conocéis, ¿verdad?
Bueno, en realidad, no tengo nombre. Soy un feto.
Según algunos comentarios, ustedes no creen que no nosotros podamos oír y sentir todo lo que envuelve a nuestra madre. si opina de esta manera están muy equivocados. Cuando mamá ríe "yo" también rio, y me siento muy feliz, aunque esté aquí dentro. Para conocernos mejor me voy a describir un poco: seré una niña, mis cabellos serán lacios y de un negro azabache, tendré unas largas y rizadas pestañas que protegerán mis delicados ojos negros.
Ayer le trajeron la máquina de coser a mi mamá. ¡Qué feliz estaba! Como una loca buscó en un cajón, lo puso patas arriba, hasta encontrar la tela para mi primer vestido. Ya más tranquila, ojeó la revista de moda, sacó el patrón, lo cortó y, llena de ansiedad y felicidad se puso al frente de su máquina nueva. Terminamos pronto, el vestido era pequeño. Mamá era feliz y y o con ella. Fue maravilloso escuchar desde aquí, el ruido de la máquina de coser. 
Os debo confesar que mamá no siempre está feliz. Papá está lejos, lo sé por sus cartas. 
Muchas noches, mama, con un suave llanto me dedica dulces palabras. Sufro mucho de ver lo triste que se encuentra, ¡si al menos pudiera consolarla! Yo le grito, le canto, le acaricio esa barriguita en la que me encuentro y que cada día crece mas; para mi mejor desarrollo, ¡naturalmente!
Mamá me habla, se pasa las tardes enteras contandome cosas de papá. Luego me dice que no quiere entristecerme con sus penas y me describe la casa, el jersey que me hizo, que me esta haciendo, la tela que me ha comprado para el nuevo vestido... y en verdad me alegra.
Como todas las mañanas nos levantamos a las nueve, mama se lava y se pinta un poco, ¡debe de ser muy guapa! Se prepara el desayuno, según el régimen del doctor. Hacemos un poco de limpieza y nos sentamos a descansar un rato. 
Hoy es un día como tanto: nos levantamos... y cuando mama esta limpiando el comedor se oye de repente un timbrazo, nos sobresaltamos las dos. Corriendo fue abrir la puerta. ¿¡Cuál no sería su sorpresa al ver a papá, allí plantado ante la puerta con sus dos maletas y una cara de felicidad que casi salía destellos de ella!? Mamá se colgó de su cuello, ¡casi se aplasta!, se llenaron de besos. Entramos en casa. Papá se extrañó de lo que había crecido. yo casi saltaba de alegría. Según oí me trajo un lindo muñeco de peluche.
Ese mismo día salimos a dar un paseo. Ellos me decían que era un hermoso día, el primero que calentaba el sol después del largo invierno. Fuimos paseando por un camino hasta llegar al parque, todo el rato charlando, ¡qué felices éramos! Paramos en un quiosco, creo que así lo llamaron, para comprar una revista y un periódico. Nos sentamos en un solariego banco. Ojeando la revista mamá encontró un artículo sobre el aborto, lo leyó en voz alta. Al principio no sabía de que iba la cosa. Pero de pronto comprendí de que se trataba de matarnos a "nosotros", los fetos, ¡que vergüenza!, eso es de asesinos. Me puse a temblar, pero papá se apresuró a decirme, con voz suave y cariñosa, que no preocupara, que yo no sería un aborto, al menos provocado. Me confesaron que lo habían pensado, después reflexionaron y aceptaron mi nacimiento. Ahora estaban muy contentos con su decisión. Al oír esto me llené de alegría, e incluso le di una patada al vientre de mamá. 
Fue un mes precioso con papá en casa.
El tiempo corría y yo estaba apunto de nacer.
Estoy deseando que llegue el día de mi nacimiento. Quedan aproximadamente dos semanas. Ahora estamos en casa de la abuela, de esta manera mamá estará mejor cuidada hasta que yo nazca. La abuela también me ha echo mucha ropita; me grita mucho, de alegría por supuesto. Hay un gran revuelo en la familia. todos me esperan con ansiedad. 
un día de primavera un tanto gris, mamá se levanta algo aturdida. Anda por la casa casi tambaleándose, ya convencida por los abuelos, fue a acostarse. Cuando iba a empezar la subida se oyó un grito y un gran golpe, era mamá, estaba allí desplomada en el suelo. La ambulancia llegó pronto a casa. Aún vivía yo, pero poco a poco se fue apagando mi vida, mi ilusiones, y sobre todo, los inmensos deseos de conocer a mi adorable familia.
Camino del hospital ya me faltaba el aire y comprendí que mamá también me acompañaba. ¡Qué pena, pobre papá! Se iba a sentir muy solo. yo tenía a mamá, pero y él, ¿a quién tendría?
Cuando salíamos de la casa  oía a la abuela llorar. 
A papá lo llamaron enseguida, cogió el primer avión. llegó, si, pero tarde.
Mamá después del golpe estaba muy débil, y murió junto conmigo en el parto.
¡Si que era guapa, parecía un ángel! 
Me cogió entre sus brazos y ascendimos en una blanca carroza, al menos eso me pareció a mi. Sólo bastó un pequeño golpe y, adiós...
ESTA CARTA LA EMPECÉ EN EL SENO MATERNO Y LA TERMINÉ EN EL CIELO.

De: ANA VACAS, CARMEN MARTÍNEZ, GLORIA LUNA, ALFONSO DÍAZ, JOSÉ LUIS CASTRO, GEMA POZUELO, ANTONIO CANO.

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